A eso de las nueve menos cuarto todo barcelonista que se precie estará atento a lo que suceda, desde esa misma hora, en el Camp Nou. Por la cabeza del culé no merodea la palabra eliminación. Sí remontada, victoria, clasificación. Hoy el Estadi se viste de smoking porque toca partido de gala. Toca recibir al Arsenal, el mismo rival que fue capaz, en el partido de ida, de autoinyectarse una dosis de optimismo brutal después de ganar al Barcelona por la mínima. Si el partido en la Ciudad Condal terminase como empezará, serían los londinenses quienes ocuparían plaza en los cuartos de final de la Liga de Campeones. Algo que, como digo, pocos se plantean bajo el cielo blaugrana, optimista y creyente en su equipo, que llenará el bastión barcelonista y que verá como, por primera vez, Cesc Fàbregas pisa su verde tapiz.
La presencia del futbolista catalán será especial. Para él, como una vuelta al cole. Ahí donde se crió, donde empezó a dar forma al todocampista en el que se ha convertido. El mismo lugar que abandonó hace ya casi una década sin saber qué devenir le esperaba y donde se ha transmutado en el ídolo y capitán de la afición del Arsenal. El de Arenys de Mar se formó en La Masía pero se transformó en Londres. ¿Qué lugar ha tenido más importancia en su carrera? De seguir en Can Barça, ¿hubiese llegado al primer equipo? Son dudas sin respuesta, salvo la certeza de que fue Arsène Wenger quien sí apostó por él desde bien chico y quien ocho años después, alinee a Cesc en un terreno de juego en el que desde bien pequeño, seguro, soñó jugar. Esta vez no habrá lesiones de por medio que le impidan estar, aunque sí un conjunto obligado a ganar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario